sábado, 13 de octubre de 2018

ANTROPOLÓGICA

ANTROPOLÓGICA (Condición) Celso Ilgo Henz Freire, Fiori, Lima  Vaz, Hélder Câmara, Alceu Amoroso Lima son algunos de los educadores e intelectuales latinoamericanos que se comprometieron con la lucha contra la opresión y dominación humana en nuestro continente; su sentir/pensar/actuar estuvo fuertemente influenciado por el existencialismo francés. Freire y Fiori fundamentan sus concepciones del ser humano, mundo y educación en Mounier, Gabriel Marcel, Merleau-Ponty, Sartre,  Teillard y otros representantes del existencialismo. Las principales influencias convergen en la valorización  y  la defensa de la persona contra toda forma de opresión, autoritarismo o alienación. La concepción de las personas como seres inacabados, que necesitan humanizarse socio históricamente; una pedagogía dirigida a la liberación de la persona concreta, inserta en la historia; la valorización de la comunicación y del diálogo; la confianza en la capacidad del ser humano en rehacer la historia. Antropológicamente, Freire concibe al género humano como el único entre las especies vivas que no al nacer no tiene establecido su  modus vivendi. La naturaleza de los seres humanos es  venir a ser,  es construcción y conquista permanente, búsqueda incesante y progresiva, propia del inacabamiento y condicionamiento  socio histórico de hombres y  mujeres, que  están siendo  en un mundo y en una historia también en construcción y reconstrucción. Los seres humanos necesitan aprender a humanizarse, lo que da a la vida humana un sentido mucho más biográfico que biológico “Programados” para aprender, en un constante  venir a ser  realizándose   por la  interacción con el mundo y con los semejantes, integrando siempre el pasado y el presente para vislumbrar el futuro, y así, en su condición de seres históricos que  van siendo, van dando forma a sí mismos y al mundo, en un proceso de interacción significadora y transformadora con el  mundo y con los otros. Ese aprendizaje del humano  es posible por el lenguaje y por el trabajo, capacidades inseparables de sentir/pensar/ actuar,  pues  “el  ser  humano  es  una  totalidad  que  se  niega  que  la  separen.  Operamos el mundo como  una totalidad  como los  científicos  o los artistas, como  presencias imaginativas, críticas o ingenuas” (FREIRE, 1995, p. 104). La “hominización” no es adaptación, sino inserción consciente, transformadora, proceso socio histórico cultural de humanización del mundo. Al construir su mundo de forma consciente, los hombres y mujeres se van constituyendo  como  cuerpos  conscientes.  Al  concientizarse,  ellos  se  existencian: toman en las manos la constitución de su mundo y la propia constitución del humano en sí. Ese es un proceso abierto, dialéctico, en constante renovación, así como las más diversas formas de vida y de organización del mundo van siendo transformadas, en busca del  ser más;  “sin embargo esta búsqueda del  ser más  no puede realizarse en el aislamiento, en el individualismo, sino en la comunión, en la solidaridad de las existencias. De ahí que es imposible darse en las relaciones antagónicas entre opresores y oprimidos”  (FREIRE, 1987, p. 75). Hombres y mujeres  van siendo  porque cuestionan,  pronuncian  y modifican el mundo en el cual e con el cual van humanizándose, por ser capaces de  tomar distancia  y admirar  al  mundo y  a  su  estar  siendo.  Cuando  una persona deja de asombrarse, de espantarse, ella comienza a perder la curiosidad, la sensibilidad, la creatividad, el gusto por el riesgo de la aventura histórica, el querer  ser más.  Para Freire  (1998,  p.  67),  “la  liberación  auténtica,  que  es humanización  en  proceso, no es una  cosa que  se deposita  en los hombres.  No es una  palabra más,  vacía, mitificadora.  Es praxis  que implica  la  acción  y reflexión  de los  hombres  sobre el mundo para transformarlo”. Al concientizarse de su condición de estar siendo, como seres condicionados, inconclusos  y  aprendices  para  siempre, con  posibilidades  y límites,  capacitados para superar los obstáculos y comprometerse en la construcción de  inéditos viables, los  hombres  y  mujeres  traen  en  sí  la  vocación  ontológica  de  ser  más,  como individuos,  en la  colectividad,  cada  uno va  descubriendo  que su  pasaje por el mundo  no  es  predeterminado,  “no  es  algo  dado  sino  algo  que  necesita  ser  hecho y de cuya responsabilidad no puedo eximirme”. Entienden entonces que su presencia en el mundo es comunión e interacción “que no se hace en aislamiento, exenta de la influencia de las fuerzas sociales, que no se entiende fuera de la tensión entre lo que heredo genéticamente y lo que heredo social, cultural e históricamente, tiene mucho que ver conmigo”.  Y ese es un proceso abierto, en un mundo y en una historia también abiertos, como “un tiempo de posibilidades y no de determinismo” (FREIRE, 1997, p. 59). Ni el ser humano ni el mundo pueden llegar a la plenitud total, sino que permanecen  en  un  constante  venir  a  ser.  Siempre  inacabados, abiertos  a la posibilidad de  inéditos viables.  Así, los hombres y mujeres auténticos están en constante  renovación,  están  siendo,  sin  poder ser prisioneros de  formas estáticas, interviniendo para construir un mundo que les permita vivir la dialéctica de la encarnación histórica de la inter subjetividad; ellos y ellas se existencian asumiendo  los riesgos de la historia, desvelando y construyendo nuevos valores, nuevos saberes, nuevos sentimientos y nuevas estructuras que configuran tanto su encarnación renovadora del mundo como su propia forma de existencia/ convivencia. Referencias:  FREIRE, Paulo.  Educação e mudança.  15. Ed. São Paulo: Paz e  Terra, 1989; FREIRE, Paulo.  Educação na cidade.  2. Ed. São Paulo: Cortez, 1995; FREIRE, Paulo.  Pedagogia da autonomia. Saberes necessários à prática educativa.  São Paulo: Paz e  Terra, 1997; FREIRE, Paulo.  Pedagogia do oprimido.  25 ed. Rio de Haneiro: Paz  e  Terra, 1987;  SCHMIED-KOWARZIK,  Wolfdietrich.  Pedagogia dialética:  de Aristóteles a Paulo Freire.  2 ed.  Trad. de  Wolfang Leo Maar. São Paulo: Brasiliense, 1983.

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