viernes, 12 de octubre de 2018

ALEGRÍA

ALEGRÍA euclides Redin Toda la elaboración freiriana muestra un compromiso radical con la vida: Mi desarrollo con la práctica educativa, que es política, moral, gnoseológica, jamás dejó de ser hecho con alegría (…) Hay una relación entre la alegría necesaria a la actividad educativa y la esperanza. (FREIRE, 1996, p. 72) La alegría y la esperanza forman parte de la naturaleza humana precisamente porque el hombre es un ser inacabado, en constante construcción como individuo y como historia con los otros y con el mundo, historia como posibilidad. El mundo estará siendo en la medida en que luchamos por la alegría y la esperanza. Hay  algunas  expresiones  que  se  encuentran  presentes  en  todos  los  escritos freirianos  que indican  su opción por otro mundo posible. Hay saberes necesarios que están entrelazados con la práctica  y que la exceden. Así, “no hay  docencia sin discencia”, es necesaria la “rigurosidad metódica” , “investigación”, “respeto a los saberes de los educandos”, “criticidad”, “estéticas y éticas”, “corporeización de  las  palabras  por  ejemplo”,  “aceptación  de  lo  nuevo”,  “consciencia  de  que  no somos completos”, “humildad, tolerancia  y  lucha en  defensa de  los derechos de los educadores”, “alegría y esperanza”, “convicción de que la esperanza es posible” y “curiosidad”, “disponibilidad para el diálogo”, “querer a los educandos y amorosidad” (FREIRE, 1996). Eso significa un nuevo modelo de pensamiento para  un  nuevo  modelo  de  educación,  para  un  nuevo  proyecto social  a favor de optar por la vida. Andreola (1993, p. 41) sintetiza esta opción diciendo: (…) debería ser un nuevo e importante desafío de los intelectuales e investigadores de este fin de siglo y de milenio: reinventar un conocimiento que tenga rasgos de belleza; reconstruir una ciencia que tenga sabor a vida y olor a gente, en un siglo necrófilo que se especializó en la ciencia y en el arte de la muerte, de la guerra y de la destrucción. La alegría de la que habla Paulo Freire no es una euforia ingenua; es una dimensión que debe ser garantizada por la lucha: “es en la lucha que se hace también de indignación, de inconformismo, de rabia y de radicalidad, que se construye una perspectiva de futuro capaz de mantener viva la esperanza indispensable a la alegría de ser y de vivir”. Aquello que debe cambiar es nuestra manera de luchar: luchar por la “alegría general”. Es también de esta manera que entiende el poeta Thiago de Mello cuando entona la “canción para los fonemas de la alegría”: Pido permiso para terminar/deletreando la canción de rebeldía/que existe en las fonemas de la alegría: canción de amor general que vi crecer/en los ojos del hombre que aprendió a leer. Es necesario que las prácticas educativas contengan un rigor creativo comprometido con la reinvención de la escuela, en que: (…)  los  educandos  descubran  y  sientan  la  alegría  embutida  en  ella,  que hace parte de ella y que siempre está dispuesta a cambiar a todos los que a ella se entreguen. La alegría en la escuela (…) no sólo es necesaria, sino posible. Necesaria la escuela fortalece y estimula la alegría de vivir (…) significa cambiarla, significa luchar para incrementar, mejorar, profundar el cambio (…) luchar por la alegría en la escuela es una forma de luchar por el cambio en el mundo. (FREIRE en SNYDERS, 1993, pp. 9-10) Referencias:   ANDREOLA, Balduíno A. “O processo do conhecimento em Paulo Freire”.  Educação e Realidade, Porto Alegre, v. 18, n. 1, jan./jun., 1993; FREIRE, Paulo.  Pedagogia da autonomia. Saberes necessários à prática educativa. São Paulo: Paz e  Terra. 1996; FREITAS, Ana Lúcia.  Pedagogia da conscientização. Porto Alegre: EDIPUC/RS,  2001;  MELLO,  Thiago.  Faz  escuro,  mas  eu  canto  porque  o  amanhã vai chegar.  Rio: Civilização brasileira, 1965; SNYDERS, Georges.  Alunos felizes. São Paulo: Paz e  Terra, 1993.

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