viernes, 31 de julio de 2020

GLOBALIZACIÓN

GLOBALIZACIÓN José  eustáquio Romão Paulo Freire usó el término “globalización” y sus derivados con mucha más economía que el vocablo “neoliberalismo”. A pesar de que la trata como un fenómeno histórico, por ejemplo en el campo de un modo de producción —“Es posible que, con la creciente  globalización31  de la economía, pronto las huelgas en determinados sectores de la producción perderán eficacia” (FREIRE, 1995,  p. 43)— también la enuncia como componente fáctico e ideológico que se situará como amenaza para las luchas y las conquistas populares. En  Pedagogia da autonomia. Saberes necessários à prática educativa  (1997), la vincula  definitivamente  al  Neoliberalismo,  en  la  medida  que  le  relaciona  con  las mismas pretendidas prerrogativas auto-atribuidas de la ideología fatalista de las élites contemporáneas: No es posible hacer nada contra la globalización, que se ha llevado a cabo porque debía ser llevada a cabo, y tiene que continuar su destino porque de esa manera se encuentra misteriosamente escrito que debe ser. La globalización que refuerza el mandato de las minorías poderosas y desmenuza y pulveriza la presencia impotente de los subalternos, convirtiéndolos aún en más impotentes, es un destino dado. Frente a ella no hay otra salida sino que cada uno baje la cabeza dócilmente  y agradezca a Dios por el hecho de estar aún vivo. Agradezca a Dios o a la propia globalización. (FREIRE, 1997, p. 129) Se puede afirmar sin ninguna duda, que Paulo Freire consideró la Globalización32  mucho más como la elaboración ideológica justificadora de las ideas, concepciones, proyecciones y aspiraciones, en fin, como componente importante de la  Weltanschauung  burguesa, que como fenómeno histórico generalizado contemporáneo. Por eso él trata mucho más del “Globalismo”, que es una expresión contemporánea del pensamiento burgués neoliberal, que de los fenómenos económicos, sociales, políticos o culturales que cubren la superficie del Planeta. Incluso al tratar específicamente del campo económico, no deja de destacar su característica de tráfico ideológico: 31  Resaltaremos en negritas el término en las citas de los textos de Paulo Freire. 32  escrita aquí con mayúsculas, por tratarse de una específica visión del mundo. La capacidad que tiene la ideología de suavizarnos, nos hace a veces aceptar mansamente que la  globalización  de la economía es una invención de ella misma o de un destino que no podría evitarse, casi una entidad metafísica y no un momento del desarrollo económico sometido, como toda producción económica capitalista, a una cierta orientación  política dictada  por los  intereses  de los  que detentan  el poder. Sin embargo, se habla de  globalización  de la economía como un  momento  necesario  de  la  economía  mundial  de  la  que  por  eso mismo, no es posible escapar. (…) Si la  globalización  implica la superación de fronteras, la apertura sin  restricciones  al  libre  comercio,  que se  acabe  entonces  quien  no pueda resistir. No se indaga por ejemplo, si en momentos anteriores de la producción capitalista, en las sociedades que lideran la  globalización actual, ellas eran tan radicales en la apertura que consideran ahora una condición  indispensable  del  libre  comercio.  Actualmente  exigen  de los otros lo que no hicieron con ellas mismas. Una de las cuestiones eficaces de su ideología fatalista es convencer a los perjudicados de las economías sometidas, que la realidad es tal cual, que no se puede hacer nada sino seguir el orden natural de los hechos. Pues la ideología neoliberal  se esfuerza por  hacernos  entender  la  globalización  como algo natural o casi natural y no como una producción  histórica.  (FREIRE, 1997, pp. 142-144) En esta última referencia, la vinculación  intrínseca entre  globalización  y neoliberalismo  es explícita, sin que se identifique sin embargo los dos términos, ya que el primero es apenas un componente del segundo. La condena, el anatema  de la globalización,  ahora  presentada como un calificativo más típico de la propuesta neoliberal, aparece también explícitamente en las últimas páginas del último libro que publicó en vida: El discurso de la  globalización  que habla de la ética, esconde sin embargo que su ética es la ética del mercado y no la ética universal del ser  humano, por la  cual debemos  luchar bravamente  si en verdad optamos por un mundo de personas. El discurso de la  globalización, oculta astutamente o busca en ella opacar la reedición intensificada al máximo, incluso si es modificada, de la aciaga maldad con la que el  capitalismo  aparece  en  la Historia.  El  discurso  ideológico  de  la globalización  busca disfrazar que ella viene robusteciendo la riqueza de unos pocos y empujando hacia abajo la pobreza y la miseria de millones. El sistema capitalista alcanza en el  neoliberalismo globalizante  el máximo de eficacia de su maldad intrínseca. (FREIRE, 1997, p. 144) En su obra póstuma  Pedagogia da indignação: cartas pedagógicas e outros escritos (2000), Paulo Freire vuelve al tema de la globalización, proponiendo con todas sus fuerzas el fatalismo de las teorías elitistas que la presentan como natural en el curso de los sucesos históricos: Lo que me parece imposible es aceptar que no haya otro camino para las  economías  frágiles  sino  acomodarse  pacientemente,  al  control y  a  los  dictámenes  del  poder  globalizante.  Poder  ante  el  que  no hay cómo no inclinarnos de manera fatalista, de brazos cruzados, estupefactos o conformistas. Lo que me parece imposible es callar frente a esta expresión pos-moderna de autoritarismo. Lo que me parece imposible es aceptar dócilmente que el mundo cambió de manera radical y repentina, del día a la noche, haciendo desaparecer las clases sociales, la izquierda y la derecha, dominadores y dominados, acabando con las ideologías y haciendo todo más o menos igual. No me parece imposible sin embargo, respetar el derecho de quien piensa o comenzó a pensar de esta manera. De forma vehemente, me niego a aceptar que yo “me acabé” porque continúo reconociendo la existencia de las clases sociales, porque niego la ideología de la despolitización de la administración pública, embutida en la llamada “política de resultados”, porque afirmo la fuerza de las ideologías. (FREIRE, 2000, p. 49) En esta crítica, lo que más llama la atención es la denuncia freiriana de las descalificaciones hegemónicas, que siempre apelan a la “modernidad pragmática” de sus ideas y propuestas y al anacronismo de las ideas antagónicas. La valentía de asumir ideas, análisis y propuestas, que son clasificadas de superadas, es una alerta que  Paulo Freire hace en el  sentido de no renunciar  a formulaciones que, precisamente  por su  poder transformador,  son descalificadas o están  bajo otro ropaje por las clases dominantes. Esa es una peligrosa trampa, pues la resistencia acaba  sintiéndose  sin  propuestas,  sea  porque  se  avergüenza  de  sus  propias banderas (descalificadas), sea porque no las reconoce más bajo la transformación que sufrieron en las huestes adversarias. De manera sabia, Paulo Freire enfrentó la “inevitabilidad” del futuro previsto en los discursos que defienden la globalización: La  globalización  de la economía o los avances tecnológicos por ejemplo, en sí mismos no perfilan un mañana considerado cierto, una especie de ampliación mejorada de una cierta expresión del hoy. La globalización  no  acaba  con  la  política  al  colocar  la  necesidad  de hacerla de manera diferente. Si tiende a disminuir la eficacia de las huelgas en la lucha obrera, no significa el fin de la lucha. El fin no es de la lucha sino de una forma determinada de luchar, la huelga. A los obreros cabe reinventar la manera de pelear y no  acomodarse,  pasivamente, ante el nuevo poder. (FREIRE, 2000, pp. 92-93) Finalmente, dirigiendo su atención al sector educacional, Paulo Freire dejó una lección  que, para quienes  tienen compromiso con la  transformación social, es casi imposible no asumirla como alternativa única: Precisamente  debido  a  que  sé  que  cambiar  es  difícil,  pero  es  posible, que hago el esfuerzo crítico de trabajar en un proyecto de formación de educadores, por ejemplo, o de obreros de la construcción. De formación y no de puro entrenamiento técnico-profesional. En la formación no separo la capacitación técnico-científica del educando de los conocimientos necesarios al ejercicio de su ciudadanía. En la visión pragmática-mecanicista, contenida en discursos reaccionariamente posmodernos, lo que importa es la transferencia de saberes técnicos, instrumentales, para asegurar una buena productividad al proceso productivo. Este tipo de pragmatismo  neoliberal  al que se adhirieron  con  entusiasmo hombres y mujeres, antes de  izquierda, se  funda en el siguiente razonamiento, no siempre explícito: si ya no hay clases sociales, por lo  tanto  sus  conflictos  tampoco, si  ya  no  hay  ideologías, derecha  o izquierda,  si  la  globalización  de  la  economía  no  solo  redujo  al  mundo sino que lo hizo casi igual, la educación que se necesita hoy no tiene nada que ver con sueños, utopías, concientización. No tiene nada que ver con ideologías sino con el saber técnico. La educación será tanto más eficaz cuanto mejor entrene a los educandos en ciertas destrezas. Introducir en la enseñanza y en el aprendizaje de matemáticas, de física, o en el “entrenamiento” de los obreros calificándose técnicamente, el sueño de la liberación, o la utopía de la justicia social es repetir errores funestos, por los cuales ya pagamos caro. La educación para el hoy es aquella que sea  mejor  adapte  a  los  hombres  y  mujeres  al  mundo  tal  como  está  siendo. Probablemente nunca se haya hecho tanto por la despolitización de la educación como hoy. (FREIRE, 2000, pp. 94-95) En verdad, la “despolitización” de la educación es un intento que requiere argumentos políticos para producirse. Por lo tanto, en la ruta de Freire, más que nunca es necesario politizar lo que se hace en el campo educacional y pedagógico. Referencias:  FREIRE, Paulo.  À sombra desta mangueira. São Paulo: Olho d’Água, 1995; FREIRE, Paulo. Pedagogia da autonomia. Saberes necessários à prática educativa. São Paulo: Paz e  Terra, 1997; FREIRE, Paulo.  Pedagogia da indignação: Cartas pedagógicas e outros escritos. São Paulo: UNESP, 2000.

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