jueves, 30 de julio de 2020

FAMILIA

FAMILIA lutgardes Costa Freire La familia tal vez sea una de las instituciones más antiguas de la vida en el  planeta. Los antropólogos y los arqueólogos ya encontraron rastros de esa forma tan peculiar que, dígase de paso, no es privilegio del Homo sapiens. Desde muy temprano en la vida del planeta,  la familia existió probablemente también porque está intrínsecamente relacionada con la reproducción, como seres vivos. Evidentemente,  el hombre  prehistórico  sintió  la  necesidad  de  constituir  una “familia” para poder tener más potencia y dominar las fuerzas de la naturaleza, y así, milenios más tarde, crear lo que para nosotros seres humanos, es tan precioso: la cultura. La familia está muy estrechamente relacionada con la cultura, de la misma forma que no existe cultura sin familia. Frente a estas palabras introductorias, me pongo el desafío de responder como hijo: ¿Qué es familia para Paulo Freire? Para responder a esta pregunta es necesario hablar un poco de la propia familia de mi padre: él fue el último de una familia de cuatro hijos (una mujer y tres hombres) y nació el 19 de septiembre de 1921 en Recife, Pernambuco. Su padre potiguar25, su madre pernambucana. Él sargento del ejército, ella bordadora,  educaron a  sus hijos,  como  él mismo  me  dijo  y le  gustaba decir: “de una forma diferente”. Cuando yo era  niño, yo no entendía muy bien lo que él quería decir con eso, pero con el tiempo entendí que él tuvo una educación “bañada” en el amor y en el diálogo. El diálogo para mis padres, Elza y Paulo Freire, era fundamental en la familia y fuera de ella. Evidentemente no existe diálogo sin libertad, pero nunca libertinaje. Mi padre considera el laissez faire educacional como desamor. Mis  padres  siempre  supieron  escucharnos  en  familia.  Siempre  respetaron nuestra opinión, sin nunca olvidarse de orientarnos. Lo que además, es el papel de todos los padres.  Yo nunca me olvido: cuando estábamos exiliados en Ginebra, Suiza, yo tenía ganas de seguir la carrera de músico y le pregunté a mi padre si podría hacerlo. Entonces él respondió: “yo sólo hago una exigencia: que seas músico con amor”. Evidentemente, no todo era paz y amor todo el tiempo. Había momentos difíciles, de desentendimiento, de ruptura, de discordia. Pero, al contrario, ¿cómo sabríamos, o mejor, cómo conoceríamos, y principalmente, reconoceríamos el amor? Pienso que aquí vale la pena una observación: de la misma forma que mis abuelos educaron a sus hijos, él no solo continuó esa educación con nosotros, sino que, de esa educación, también llevó con él, el binomio de la dualidad que él utilizaría en sus escritos: opresor x oprimido; libertad x prisión; autoridad x autoritarismo; democracia x dictadura; etc. No pasamos por momentos fáciles, es verdad. La prisión de mi padre en Recife, el exilio de Brasil en 1964, la nostalgia de los familiares que se quedaron, la necesidad de acostumbrarnos con otras culturas, el trabajo, en fin, vivir fuera del Brasil.  Todo eso marca mucho a una familia. Evidentemente a cualquier familia. La nuestra consiguió sobrevivir gracias a nuestra madre, Elza Freire. Mi madre dejó en Brasil todo lo que la amarraba al país y se dedicó a cuidar a la familia. Ella fue  nuestra  madre,  ella  fue  compañera,  ella  fue  guía  de  mi  padre,  ella  fue  amor, perdón, abrigo, puerto seguro, política, educadora, la luz de la familia. Mi padre solía decir: “Elza es la infraestructura y yo soy la superestructura de la familia”. El regreso a Brasil fue fundamental para la familia: para nuestra salud física y mental. No regresamos todos, dos se quedaron porque lo deseaban y fueron respetados en su deseo y en su libertad. Pero, ¿qué es familia en —o para— Paulo Freire? Desde mi punto de vista, que puede ser diferente del de mis hermanos, es que para mi padre familia es saber estar juntos, amándose unos a los otros, cuidándose unos a los otros, a veces discordando, con o sin razón, corrigiendo con amor, errando, acertando. Es saber dar límites a los hijos, hacer que ellos sean autónomos. Mi madre decía siempre: “Mis hijos no son míos, mis hijos son del mundo”. En  verdad  no  se  puede  hablar  de  la  familia  Freire,  sin  hablar  de  Elza  Freire. Esa mujer de Recife, tenía nociones de enfermería y era bordadora.  Yo nunca me olvido de los peces que mi madre asaba en Chile los domingos. Aquel pez cortado en postas, asado al horno, servido con un arroz blanco y suelto, con tomate y un buen vino blanco helado. Las gallinas de cabidela26  (molho pardo27). Esa mujer, cuando mi padre se encontraba preso, llevaba feijoada28  para él y para los  otros  que  se encontraban  allí.  Ella  fue  una  mujer  de  mucha  valentía  y  de  apoyo incondicional  a la causa, a la pelea de mi padre. Ella era la unión de la familia, la madre que abrigaba a sus hijos, que les cantaba canciones de cuna para dormir, que se despertaba temprano para dar a sus hijos la leche de su seno materno. Resumiendo, para mis padres, familia es lo que está escrito en un antiguo plato portugués de mi madre: “La alegría de una casa se resume en muy poco: besos, abrazos, canciones, agua, pan, flores y lumbre”.

26  N. de la T.  guiso hecho con pedazos, menudencias y sangre de aves. 27  N. de la T.  salsa hecha a base de sangre de ave, vinagre y condimentos. 28  N. de la T.  Plato típico brasileño hecho a base de frejol, preparado con tocino, carne seca, carne de cerdo, y otras especias.

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