viernes, 31 de julio de 2020

FE (CRISTIANA/EL SER HUMANO)

FE (CRISTIANA/EL SER HUMANO) Danilo R.  streck Paulo Freire se autodefinió como un hombre de fe. “No me siento un hombre religioso, sino un hombre de fe. (…) Incluso puedo decir enfáticamente que vivo una fe sin religiosidad” (apud FREIRE, 2005, p. 594). La fe tiene para Freire un  sentido  de  aquello  que  condiciona  al  ser  humano  en  última instancia,  en  el sentido que le es atribuida por el teólogo Paul  Tillich, y que por eso no requiere necesariamente expresarse en términos religiosos. La esperanza, la utopía y la amorosidad que atraviesa su obra son expresión de esa fe que aquí será abordada bajo dos aspectos: en el que respecta a su filiación religiosa y en su postura ante el ser humano. El hecho de no entenderse como un hombre religioso no significa que Freire negaba o hubiera estado ajeno a las manifestaciones históricas de la espiritualidad. Según él, “no tengo por qué negar, porque sería una hipocresía, sería una cobardía, sería una traición, negar por ejemplo, mi connivencia con los ideales cristianos (apud FREIRE, 2005, p. 594). El padre de Paulo Freire era miembro de círculos espíritas, y la madre, católica romana. Según Freire, con el respeto mutuo por las creencias entre padre y madre, él aprendió a respetar las opciones de los demás y la importancia del diálogo. En este clima de tolerancia Freire optó por la religión de su madre. En su juventud sintió la enorme distancia que había entre el evangelio anunciado y la práctica de cristianos, lo que motivó su distanciamiento de la Iglesia.  Las  lecturas  de  Tristão  de Atayde  ayudaron  a descubrir  un  cristianismo activo y a través de la Acción Católica será “empujado” a los manglares y favelas de Recife (FREIRE, 1997a). A pesar de que pueda ser detectada la motivación cristiana en toda la obra de Freire, es su actuación en el Consejo Mundial de Iglesias, en la década de 1970, que son explicados algunos enunciados teológicos, siempre en conexión con la pedagogía (ANDREOLA; RIBEIRO, 2005). Freire se identifica con el movimiento de  Teología  de la Liberación (el libro homólogo de Gustavo Gutiérrez fue publicado en 1971, un año después de Pedagogía do oprimido), que tiene como premisa que el reino de Dios irrumpe en la historia humana a través de Jesucristo y convoca a sus discípulos a la vivencia y promoción de esa nueva realidad. En ese sentido, dice Freire, las iglesias no pueden  refugiarse en una  pretendida  neutralidad,  sino asumir un papel profético de denuncia y de anuncio. La Pascua —la muerte y resurrección— necesita ser existenciada  en  la  concretitud  de  la  vida  y  de  la  historia.  Consecuentemente  la Iglesia necesita ser “peregrina, viajera constante, muriendo siempre y siempre renaciendo” (FREIRE, 1977b, p. 126). En la obra de Paulo Freire, la teología como  reflexión crítica  de  la fe,  aparece  como elemento  constitutivo de  su reflexión pedagógica, al lado de la filosofía, de la historia y de otras disciplinas. Cristo como “verdad encarnada”, es para Freire un ejemplo de pedagogo en la medida que en él se funden el método y el contenido (STRECK, 2005).

Otro lado de esa misma fe es la fe en el ser humano. Ella consta en la Pedagogia do oprimido entre las pre condiciones para el diálogo, al lado del amor, de la humildad y de la criticidad, que busca el “pensar cierto”. Este a priori del diálogo  es  descrito  así:  “Tampoco  hay  diálogo  si  no  hay  una  intensa  fe  en  los hombres (sic!). Fe en su poder de hacer y rehacer. De crear y recrear. Fe en su vocación de ser más, que no es privilegio de algunos elegidos, sino derecho de los hombres” (FREIRE, 1981, p. 95). Sin embargo, esa fe no es una fe ingenua, ya que la conciencia crítica hace ver que la capacidad creativa de los hombres y de las mujeres fue “perjudicada” por las condiciones de la opresión. La alienación tampoco  será  superada  por  algún  tipo  de  concesión,  sino  conquistada  en las luchas de liberación. Como revolucionario, Freire comparte con Rosseau la creencia en la capacidad de rehacer su mundo, que el ser humano trae consigo al nacer. Pero al contrario de éste, sabe que no existe un regreso al paraíso perdido (STRECK, 2002). Mujeres y  hombres son seres históricos  y su naturaleza no existe  fuera de situaciones concretas. De ahí la imposibilidad de que exista salida a través de la educación negativa, conforme Rosseau, preservando al educando del contacto con el mundo corrompido. Para Freire el mundo real es el locus de la educación, el  punto  de  partida  y  el  punto  de  llegada  como  un  lugar  más  humanizado. También el  educando es niño,  joven, adulto real, que  vive en el cotidiano las contradicciones de la sociedad. La apuesta en la fe que ese ser humano tiene, posibilita trascender y surgir con una nueva conciencia y compromiso. Referencias:  ANDREOLA, B. A.; M. B., RIBEIRO.  Andarilho da esperança: Paulo Freire no CMI. São Paulo: ASTE, 2005; FREIRE, Ana Maria Araújo.  Paulo Freire.Uma história de vida. São Paulo:  Villa de Letras, 2005; FREIRE, Paulo. “Eu, Paulo Freire”. En:  A mensagem de Paulo Freire: teoria e prática da liberdade. Porto: Nova Editora, 1977a. pp. 15-18; FREIRE, Paulo. O papel educativo das igrejas na América Latina. En:  Ação cultural para a liberdade e outros escritos. 2. ed. São Paulo: Paz e  Terra, 1977b. pp. 105-127; FREIRE, Paulo.  Pedagogia do oprimido. 9. ed. Rio de Janeiro: Paz e  Terra, 1981; STRECK, Danilo R.  Correntes pedagógicas: uma abordagem interdisciplinar. Petrópolis:  Vozes; CELADEC, 2005; STRECK, Danilo R.  Educação para um novo contrato social. Petrópolis:  Vozes, 2002.

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