sábado, 13 de octubre de 2018

ARQUEOLOGÍA DE LA CONCIENTIZACIÓN

ARQUEOLOGÍA DE LA CONCIENTIZACIÓN (Arqueología de la conciencia) luiz  gilberto Kronbauer Según Freire, la “arqueología de la concientización” remite a aquel momento en que Theilard de Chardin llamó de hominización en la evolución del ser humano, esto es, al surgimiento del ser humano en su especificidad y diferenciación en relación  a  los animales de  otras  especies.  “Fue a  través  de  ese  proceso  natural que surgió la concientización en el proceso de la evolución”. Cuando surge la concientización hay reflexión: hay intencionalidad dirigida al mundo”. El ser humano se vuelve indiferente, esencialmente diferente a los animales. Desde entonces él “no sólo sabe sino sabe que sabe”. “Al pensar de esta manera la arqueología de la conciencia, considero que, a través de la problemática de la relación entre el hombre y el mundo, el hombre pasa a crear nuevamente, volver a ser, que es el proceso natural”, porque la intencionalidad de la conciencia humana no es sofocada por las situaciones alienantes (FREIRE. En:  TORRES, 1978, p. 30). La conciencia continúa ahí como “misteriosa y contradictoria capacidad humana de distanciarse de las cosas para hacerlas presente. Ella es la presencia que tiene  el  poder  de  presentificar”  (FIORI,  1967,  p.  14).  Con  ellas  se  tiene  acceso  a  la “arqueología”, en una tentativa de expresar la forma originaria de la conciencia que, desde su surgimiento, se caracteriza por la intencionalidad, y demostrar que el método de concientización corresponde a la propia dinámica espontánea de la conciencia, pero que es negada en situaciones históricas concretas de opresión/alienación. Esa dinámica  de tender para  algo como  objeto  y de orientarse  reflexivamente  en la praxis es restituida en la concientización para que la conciencia y el método, el método y la conciencia, se correspondan uno al otro. Álvaro  Vieira Pinto considera que “en su arqueología, la conciencia es método,  es camino  para  algo  que  no es  ella, que  está  fuera de ella,  que la  circunda y  que  ella  aprehende  por  su  capacidad  de  idear.  El  método  es  la  forma  exterior materializada en actos, que asume la propiedad fundamental de la conciencia: la intencionalidad (apud  FREIRE, 1970, p. 56). Freire adopta la concepción fenomenológica de la conciencia, la tesis de que la intencionalidad trascendental de la conciencia caracteriza la especie humana desde su origen, porque le permite retraer sus horizontes, objetivarlos, y dentro de ellos, sobrepasar los momentos  y las situaciones  que intentan agarrarla y reducirla  a la  condición  de  objeto. Al  contrario,  movida  por el  impulso que la hace trascender, la conciencia puede volverse reflexivamente sobre esas situaciones y momentos para juzgarlos y juzgarse. La reflexividad de la conciencia intencional posibilita la objetivación, por ello la conciencia es capaz de la crítica. Desde el primer momento de su constitución, al objetivar su mundo originario, la conciencia ya es virtualmente reflexiva. Es presencia y distancia del mundo: la distancia es condición de la presencia. Al distanciarse del mundo, constituyéndose en la objetividad, se sorprende, en su subjetividad. (FIORI, 1974, p. 15) En esa perspectiva de la “arqueología de la concientización”  la subjetividad es objetividad, reflexión y mundo, forman una unidad dialéctica en permanente movimiento.  Todavía según Fiori, la reflexión es, ella misma, praxis, porque en la dialéctica conciencia-mundo el educando se descubre y se afirma como sujeto que instaura el mundo de su experiencia, que a su vez puede ser objetivado nuevamente. Esto significa que la conciencia del mundo y la autoconciencia se  instauran  conjuntamente,  evidenciando  la  correlación  entre  el  conquistarse, hacerse a sí mismo, sujeto, y conquistar el mundo, hacerlo más humano. Aún según el mismo autor, Freire no inventó las características antropológicas de las que estamos tratando aquí. Él pensó y practicó un  método pedagógico que busca  devolver  a  los  seres  humanos  oprimidos  la  oportunidad  de  redescubrirse por medio de la retomada reflexiva del propio proceso en el cual ellos se van descubriendo, manifestando y configurando: “método de concientización” (FIORI, 1974, p. 15). Desde el surgimiento de la conciencia, los seres humanos pueden confabular sobre los sucesos de su cotidiano, contar sus historias, memorizar sus hechos, domesticar sus miedos y sus angustias; pueden buscar nuevos caminos frente a las dificultades y  a los problemas concretos. Desde que despertaron del sueño  y se convirtieron en seres de conciencia, pueden verse como autores y testigos de sus historias y pueden afirmarse como sujetos capaces de la crítica y también de la acción transformadora  del medio en el que viven. Es eso precisamente que remite al origen de la humanidad, del lenguaje, de la cultura; en una palabra, del surgimiento de la conciencia intencional, condición sin la cual no haría sentido hablar de la concientización como método. Referencias:  CHARDIN, Theilard.  Le Phénomène Humain.  Paris: Seuil, 1955; FREIRE, Paulo.  Conscientização.  Teoria e prática da libertação. Uma introdução ao pensamento de Paulo Freire.  São Paulo: Cortez & Moraes, 1980; FREIRE, Paulo. Pedagogia do oprimido.  Rio de Janeiro: Paz e  Terra, 1970;  TORRES, Carlos Alberto. Diálogo com Paulo Freire.  (Coleção Paulo Freire n.2). São Paulo: Loyola, 1979; VIEIRA PINTO, Álvaro.  Ciência e existência.  2. Ed. Rio de Janeiro: Paz e  Terra, 1986.

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