domingo, 7 de octubre de 2018

ACTIVISMO Freire

ACTIVISMO
Jerônimo sartori
El término “activismo” forma parte del vocabulario de Freire cuando él se encausa en la lucha a favor de la liberación de su pueblo marginalizado del proceso de escolarización. Su propuesta educacional se basa en las dimensiones principales de libertad y de práctica humana solidaria.
Para Freire (1978), el activismo consiste en la tendencia del sectario de simplemente actuar sin analizar los resultados de sus propias acciones. Por el
hecho de querer siempre imponer su opinión, el sectario no respeta la opción de los otros. En este sentido, para Freire (1978), el activista tiene dificultades de trascender los mitos, fijándose en las verdades a medias y en los slogans. Ya en la perspectiva freiriana, la postura de los radicales, diferentemente de la postura de los activistas, se centra en las acciones en base a estrategias que priorizan el diálogo, la reflexión sobre las acciones, a fin de ampliar el debate y llegar a posibles consensos.
Por lo tanto, el activista se sitúa en el espacio de intersección de la tensión entre el radical y el sectario. Como no hay existencia humana sin tensión, la dialéctica es un campo filosófico que nos ayuda a pensar las prácticas contradictorias, a redefinir las acciones en la perspectiva de la negociación, del acuerdo, del consenso. Por ello, las prácticas consideradas sectarias son peligrosas porque se acomodan a las estructuras sociales vigentes, al status quo. Ya las prácticas consideradas radicales implican entendimiento de la visión histórica, teniendo la comprensión de la historia como proceso que se hace y se rehace cotidianamente.
El activista, según la óptica de Freire, necesita romper el voluntarismo idealista porque éste no considera el proceso histórico y el pensar dialéctico como mecanismos que favorecen la superación de las tensiones para llegar a la liberación del hombre. De acuerdo con Freire en su
Aprendizaje con el pueblo no hay otro camino a seguir sino la “travesía” entre la subjetividad y la objetividad, y al hacerlo, oscilan muchas veces entre el subjetivismo idealista y el objetivismo mecanicista, entre el intelectualismo verboso y el activismo que rechazan la reflexión seria. De ahí que pueden tanto reactivar los matices idealistas como pueden caer en el “revolucionarismo impaciente” (...). (2001, pp. 134-135, subrayado nuestro)
Consecuentemente, es necesario tener cuidado para que tales posturas no se conviertan en obstáculos a la concretización del auténtico proceso de liberación anotado por la pedagogía freiriana.
De manera coherente, Freire (2000) siempre pensó en la práctica educativa atravesada por la ética, por opciones políticas bien definidas, por el aspecto de la producción del conocimiento, por la cuestión de la utopía, o sea, por la gnoseología y por la estética. Esa coherencia le costó que algunos críticos de derecha lo rotulen como un no educador o un pensador de la educación sino como un activista político. Ante ello Freire respondía: “Es importante afirmar que los que me niegan la pedagogicidad, ahogada y anulada, según ellos en lo político, son tan políticos como yo. Solo que, obviamente, en opción diferente a la mía” (2000, p. 89).
Referencias: FREIRE, Paulo. Ação cultural para a liberdade e outros escritos. 9. Ed. São Paulo: Paz e Terra: 2001; FREIRE, Paulo. Educação como prática da liberdade. 8. Ed.
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Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1978; FREIRE, Paulo. Pedagogia da indignação. Cartas pedagógicas e outros escritos. São Paulo: Editora UNESP, 2000; GADOTTI, Moacir. Paulo Freire: uma bibliografia. São Paulo: Cortez: Instituto Paulo Freire; Brasília: UNESCO, 1996.

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