“La clave principal es reconocer la desigualdad”
Así era...)
William y Kathleen trabajan con escuelas que tienen altos índices de alumnos en umbrales de pobreza para ayudarlas a convertirse en centros de enseñanza de éxito. W. Parrett es director del Centro para la mejora de la escuela y estudios de políticas (http://csi.boisestate.edu/) (CSI&PS) y profesor de educación en la Universidad de Boise State, donde K. Budge coordina el programa de desarrollo de liderazgo.
¿Qué papel juega la educación en la reducción de la pobreza?
W: La educación es parte de la ecuación en la reducción de la pobreza. Sabemos que únicamente con la educación no se puede eliminar la pobreza, pero venimos observando que si los estudiantes obtienen más educación y consiguen seguir formándose más allá de la escuela, tienen mayores oportunidades a lo largo de su vida para trabajar y contribuir a la sociedad.
Por tanto, es un actor clave...
K: Las escuelas no pueden actuar solas, pero deben ser un socio clave para ayudar a la sociedad a cambiar. Obtener una educación de calidad significa un paso muy importante para tener mejores oportunidades en la vida.
En este contexto, ¿cuál es el papel de las escuelas para incidir en la reducción de la pobreza?
K: Deben ser capaces de satisfacer de la mejor manera posible las necesidades de todos los niños, independientemente de su clase social. El papel principal de los docentes es proporcionar oportunidades equitativas a los estudiantes para fomentar la igualdad de oportunidades.
¿A qué se refiere por ‘oportunidades equitativas’?
K: Equidad en términos de tiempo, de calidad de los profesores, de la tipología del plan de estudios... para que todos los niños tengan las mismas oportunidades de graduarse. A priori resulta sencillo, pero la realidad es que no se acostumbra a ofrecer el mismo nivel educativo a los estudiantes que viven en la pobreza que a los que tienen mejores condiciones. Es habitual que los estudiantes con bajos recursos económicos tengan edificios escolares que no son del todo adecuados o profesores menos cualificados.
¿Qué se requiere para proporcionar oportunidades equitativas?
W: La clave principal es reconocer que la desigualdad existe. Cuando se acepta que todos los estudiantes deben tener las mismas oportunidades, ya sea en una escuela, dentro de un aula o en un distrito, se consigue una mayor implicación en la distribución de los recursos y en la planificación y desarrollo del plan y objetivos para llegar a todos los estudiantes.
¿Cuáles son las principales necesidades de los estudiantes que viven en umbrales de pobreza en las escuelas?
K: Por ejemplo, equiparar su nivel. Hay investigaciones que evidencian que los niños que viven en umbrales de pobreza están menos preparados a la hora de leer, ya que llegan a la escuela con menos vocabulario. Pero la diferencia no es únicamente de alfabetización...
¿Qué otras diferencias encontramos?
K: Tienen que ver con la salud y bienestar, como pueden ser algunos problemas nutricionales que acaban afectando a la educación de estos niños. También existe una carencia de recursos materiales, por ejemplo con la ropa. Para superar este déficit es importante que la escuela cuente con colaboradores que puedan proporcionar estos materiales.
Carencia de vocabulario, de bienestar, de recursos materiales...
W: También sabemos que los estudiantes procedentes de familias con mayores ingresos, durante periodos no escolares tienen múltiples opciones educativas, como la práctica de deportes o actividades extraescolares. En cambio, los niños que viven en la pobreza acostumbran a pasar las vacaciones mirando la televisión, cuidando de sus hermanos o asumiendo algún otro rol familiar.
En su opinión, ¿creen que las políticas educativas deberían modificarse para poder abordar estas problemáticas desde las escuelas?
W: En Estados Unidos tenemos programas federales y otros nacionales que proveen asistencia a los estudiantes que viven en la pobreza, pero debería hacerse mucho más, ya que todavía existen diferencias significativas entre estados en cuanto al nivel de asistencia que proporcionan.
Y, ¿más allá de Estados Unidos?
K: A pesar de que nosotros básicamente podemos hablar sobre los Estados Unidos, creo que en la mayoría de países los políticos podrían prestar más atención a la educación de los estudiantes que viven en la pobreza.
¿Creen que el hecho de que el plan de estudios esté enfocado a la obtención de resultados es negativo para los estudiantes más desaventajados?
K: Según nuestra experiencia, cuando el profesor pone énfasis en los test o exámenes se está equivocado, ya que debería focalizarse en la globalidad del niño. Además, muchas de las modificaciones que las escuelas llevan a cabo para incrementar el resultado de los test, como reducir las clases de arte o de música o el tiempo para que los niños salgan a jugar, son contraproducentes.
En la práctica, ¿cómo pueden los profesores ayudar a los estudiantes que viven en la pobreza a obtener éxito académico?
W: Hay algunos temas importantes que ya hemos mencionado. Pero el factor que nosotros consideramos más relevante es que los profesores conozcan en profundidad a cada uno de sus alumnos y construyan relaciones de confianza con ellos. Para conseguirlo es fundamental la implicación del docente ya que requiere de su tiempo, esfuerzo, voluntad y habilidades.
Kathleen, ¿qué otros consejos les daría a los profesores?
K: Que mantengan altas las expectativas. Es importante que los profesores entiendan la diferencia entre simpatía y empatía. Los docentes pueden ser empáticos con la situación del estudiante, ayudándoles y ofreciéndoles apoyo, pero deben mantener los altos estándares que exigen a los demás estudiantes con los que trabajan.
En definitiva, no ser complacientes y exigirles menos.
K: Exacto, mantener altas esperanzas y creer que los niños que viven en la pobreza son igual de inteligentes y capacitados que los más aventajados económicamente. Hay que implicarse en su aprendizaje y no caer en el juego de la culpa.
¿A qué se refiere?
K: A que cuando un niño no aprende a la primera no debemos culpar al niño, a la pobreza o a sus padres, ya que este camino no es productivo. Como profesores tenemos que entender los motivos por los cuales el niño no aprende rápidamente y buscar las formas más adecuadas para ayudarle a alcanzar el nivel perseguido. Otro factor que considero muy relevante es comprometerse con la equidad.
¿En qué sentido?
K: En el de ser capaces de entender que no todos los niños requieren el mismo trato. Algunos estudiantes necesitarán más tiempo, otros deberán hacer un examen dos o tres veces para cumplir con el nivel de aprendizaje que se les exige... Por tanto, debemos tener en cuenta que no importa cuánto tiempo tarden en llegar, mientras todos acaben alcanzando el objetivo que nos hemos marcado.
¿Son estos elementos decisivos para ser un buen profesor?
K: La mayoría de los profesores que tienen éxito con la educación de niños que viven en la pobreza lo consiguen debido a que además de ser sus profesores son sus defensores. El mejor consejo que les podemos dar a estos profesores es que estén al lado de sus alumnos durante todo el proceso de formación y aprendizaje.
William, ¿le gustaría añadir algún otro consejo?
W: También sabemos que tener una buena base de datos es un elemento fundamental para el éxito de los profesores. Las escuelas deben garantizar que esta información esté actualizada, sea precisa y se encuentre a su disposición.
¿A qué tipo de información de se refiere?
W: Información sobre la asistencia a clase de los estudiantes, su comportamiento dentro del aula, la participación en actividades... Y todo esto me lleva a otro elemento que tiene que ver con la colaboración. Es decir, trabajar conjuntamente con otros profesores, en equipo. Por último, también destacaría el coraje para actuar. Es un elemento difícil cuando la situación va en contra del docente, pero es muy importante.
Kathleen, ¿querría añadir algo más?
K: Únicamente añadiría es que no sólo se debe satisfacer las necesidades de todos los estudiantes como hemos ido comentando, también es crucial ser un buen profesor a nivel instructivo. Es decir, saber enseñar.
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