LA CRUZADA: EL BRINDIS HIDALGUENSE “DEMOCRÁTICO” Y DE LA CULTURA POPULAR
*Extraído del libro “Tula Eterna”
Única en su tipo en el mundo bohemio de México, “La Cruzada” es un brindis tradicional hidalguense que cruza el imaginario límite de las jerarquías y clases sociales. Es parte de la cultura popular.
Con ella toman en iguales condiciones “El Patrón”, que el empleado, el alto funcionario con su subalterno, el suegro con el yerno y los amigos de toda la vida. Por ello se ha dicho que es una forma de “Decir salud”, de manera democrática.
Surgió probablemente en la época de las haciendas y la original seguramente fue con pulque servido en “Xoma”, una penca adaptada como recipiente que se toma con las dos manos. Ahora se estila con pulque en jarro, vino en vaso y hasta con cerveza.
Tiene reglas muy específicas, que aquel que las viola se hace acreedor a un castigo muy singular.
“La Cruzada” usualmente inicia con las personas con mayor jerarquía de la reunión o con “El Festejado”, quienes se ponen de píe y con “Navajas Nuevas”, es decir con copas llenas, cada uno hace un saludo a los presentes, diciendo unas palabras; luego se cruzan del brazo, se dicen salud y se empinan la bebida, cuidando de terminar al mismo tiempo.
A esta primera cruzada le llaman “La de compromiso”, posteriormente cada uno nombra a un “Gallo”, quienes a su vez nombraran cada uno a otro de los asistentes, para seguir con la algarabía.
Quien se toma muy rápido la bebida o no alcanza a terminarla antes que su compañero, recibe un castigo; el cual consiste en pararse frente a la pared, dando la espalda al público, tomándose de un jalón un vaso lleno del líquido que esté disfrutando.
Sin embargo existe una excepción, si los que se “Cruzan” son un varón y una mujer, según la regla no escrita, él nunca deberá terminar de beber antes que ella, pues de lo contrario se aplica el dicho ranchero que “Un caballero nunca le debe de ganar a una dama”, y recibe también el citado castigo.
Una vez que los “Cruzados” consumen su bebida, se dan un afectuoso abrazo, de no hacerlo también reciben el castigo. Asimismo cuando “Los Castigados” están cumpliendo su falta, alguien del público usualmente pide aplaudir por ellos, sin embargo quién lo haga, también se hará acreedor a la misma sanción.
Tan complejas reglas hay en este singular brindis, que no faltó la ocasión en que un diputado local de Hidalgo, hace ya muchas legislaturas, planteó reglamentar “Las Cruzadas”, ¡En la máxima tribuna del estado!
Obviamente el tema no pasó a mayores, únicamente a un chascarrillo y a una muestra de la calidad del congresista, por cuyo intento legislativo será recordado para la posteridad.
En Tula “Las Cruzadas” han estado presentes durante mucho tiempo, y con ellas se han hecho amistades, desanudado enemistades, cerrado acuerdos y complejas negociaciones; sin contar con las historias de algunos personajes, que gracias a ellas han alcanzado importantes cargos políticos. No debe olvidarse que todo con medida y nada con exceso. (Por Hugo Santiago Sánchez)
*En la imagen se aprecia el reconocido escritor hidalguense Máximo Martínez Rosas (de chaleco obscuro), haciendo los honores en una cruzada, con un amigo de Tepeji del Río. Él es autor del libro "Metl-Octli", sobre el maguey y el pulque.